No hay una ventaja real en llamar o desafiar a un reclutador que no responde sus preguntas.
Considere que uno o más de los siguientes son explicaciones plausibles para el comportamiento del reclutador:
- El reclutador no es bueno en su trabajo.
- El reclutador no sabe la respuesta a sus preguntas.
- El reclutador no cree que valga la pena.
- El reclutador tiene demasiado que hacer y muy pocos recursos para hacerlo.
En ninguna de esas situaciones redundará en su beneficio desafiar la circunspección del reclutador.
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Su única opción aquí es que si le molesta tanto la incapacidad de un reclutador para responder preguntas, pasa a un reclutador diferente y una oportunidad diferente.
Sin embargo, por lo general, las personas tratarán de pasar al reclutador lo antes posible y comenzarán a entrevistarse con los tomadores de decisiones reales.
Finalmente, si el reclutador no responde preguntas tan simples como la descripción del trabajo, la compensación esperada, los criterios de contratación, etc., simplemente seguiría adelante. Hay muchos reclutadores por ahí.
Buena suerte.